La enfermedad por hígado graso asociada a sindrome metabólico (MAFLD por su sigla en inglés) es la enfermedad hepática más frecuente. Se vincula directamente con los determinantes del síndrome metabólico como son la obesidad, la diabetes, el colesterol elevado y el sedentarismo, característicos del estilo de vida occidental. En este contexto el hígado almacena grasa en las células hepáticas (hepatocitos), proceso conocido como esteatosis hepática. Esto puede desencadenar procesos de muerte celular, inflamación crónica (esteatohepatitis) formación de cicatrices (fibrosis), y finalmente, en algunos pacientes, el desarrollo de cirrosis hepática y cáncer de hígado. La evaluación del hígado graso debe ser integral, determinando el grado de afectación hepática y la presencia de otras afecciones que favorecen la progresión a la cirrosis.  Esto requiere una evaluación clínica pormenorizada, análisis de laboratorio específicos y estudios de imagen no invasivos, para determinar su severidad. En algunos pacientes puede requerir la realización de una biopsia hepática. El tratamiento y seguimiento requieren un abordaje individualizado, adaptado al grado de afectación hepática, basado en un enfoque interdisciplinario, dirigido a controlar a largo plazo los determinantes de la enfermedad y las complicaciones o repercusiones que esta ha generado.